Autocompasión: conviértela en tu mejor aliada al proponerte objetivos.

Con la vuelta al trabajo, a las obligaciones y a las rutinas, se nos abre un buen momento para replantearnos objetivos y metas. Aun así, nos parece importante parar y reflexionar. Para que no sea la costumbre y casi la imposición social la que nos lleve a establecernos objetivos que sean poco realistas y asequibles, y que en vez de motivarnos e ilusionarnos a mejorar, nos lleven a mayor estrés, ansiedad y frustración.Como herramienta para evitar estos hechos, proponemos la autocompasión, habilidad que nos lleva a ser más amables y menos críti@s con nosotr@s mism@s.

La autocompasión, aunque es poco conocida, puede salvarnos de muchos dolores de cabeza, ya que si se utiliza como una herramienta de gestión emocional, puede llevarnos a ser más amables y menos críti@s con nosotr@s mism@s; así como a realizar análisis más realistas de las situaciones. Este hecho, nos permite convertirla en nuestra mejor aliada para proponernos objetivos y metas a conseguir.

Autocompasión: ¿qué es?

Como acabamos de mencionar, la autocompasión es ser más amables y menos críti@s con nosotr@s mism@s. Así pues, podemos resumir este concepto como la habilidad en darte un espacio que te permita conocerte, cuidarte y dar importancia a aquello que te sucede, sin juicios, abrazando y aceptando tu realidad, sea esta cómo y cuál sea.

Quizá has oído hablar de la autocompasión como algo más bien negativo, ligado a la idea de sentir pena por un@ mism@, victimizarse o tener una baja autoestima, pero esto pasa al confundir autocompasión por autocompadecimiento.  Aunque pueden parecerse, la autocompasión se sitúa en el opuesto a estas actitudes, y mientras que autocompadecerse limita y bloquea la acción, la autocompasión nos conduce direct@s al movimiento.  Su potencialidad es que nos conduce a esta acción de forma más indulgente y menos dura con nosotr@s mism@s, permitiéndonos errar y aprender de ello. Base esencial para crecer, mejorar y potenciar la resiliencia.

Componentes de la autocompasión

Una vez definida la autocompasión, puede resultar útil conocer los componentes que la conforman. Esto nos permitirá trabajar en cada uno de ellos y convertir la autocompasión en una de nuestras mejores herramientas de gestión emocional.

Amabilidad hacia uno/a mismo/a.

Reconocer que somos imperfectos y que la vida esta llena de dificultades y piedras que saltar, es un gran paso para aceptar y afrontar nuestra realidad. Camuflar o ignorar el dolor que estas piedras pueden provocarnos, nos lleva a la inmovilidad, al enojo y a la queja. En cambio, aceptar y abrazar este dolor, nos va a permitir desarrollar calidez y comprensión hacia nosotr@s y nuestro sufrimiento, llevándonos a experimentar una mayor coherencia emocional.

Humanidad.

Aceptar e integrar el sufrimiento y el dolor como parte de la vida y de la existencia humana, nos permite sentirnos más acompañad@s. Saber que cuando las cosas no salen como queríamos o esperábamos, no es algo que solo nos pasa a nosotr@s mism@s, sino que es algo que tod@s pasamos. Esto nos permite aceptarnos como seres vulnerables e imperfectos y aceptarnos y acompañarnos en los que consideramos errores personales. Este componente se resume muy bien con el concepto de «inter-dependencia». Definido por Thich Nhat Hahn como la red de causa y efecto recíproco en la que tod@s estamos involucrad@s. Es decir, que nuestros pensamientos, sentimientos y acciones se ven afectadas por factores «externos» a la vez que estos afectan a otros seres de manera interna. Por tanto, al entender esta interdependencia entre todos los seres, las adversidades y dificultades que aparecen en el camino se pueden comprender y afrontar sin prejuicios, y o interpretarlas como algo personal, que conducirá a deteriorar nuestro concepto y autoestima.

Consciencia. Atención Plena.

Este componente se basa en mantener una postura equilibrada con nuestras emociones. Acogiendo todas las emociones, las más y las menos agradables, para que ninguna de ellas se reprima. Implica un estado mental abstente de crítica y receptivo a observar los pensamientos y sentimientos tal y como son y se sienten. Sin querer cambiarlos, eliminarlos o evitarlos. Este estado mental requiere que la consciencia esté viva pero no sea excesiva, ya que podría conducir a una «sobre-identificación» con los pensamientos y sentimientos, y nos atraparía la reactividad negativa. Para conservar este equilibrio este componente incluye el proceso de relacionar las propias experiencias dolorosas con las de otras personas que también sufren, pudiendo así adoptar una perspectiva más lejana y objetiva y lidiar y trabajar mejor con las emociones presentes.

Y ahora…¿Cómo cultivo la autocompasión?

Daté tiempo. Eres tú prioridad.

Buscar espacio y tiempo para encontrarte contigo y conocerte es un paso inicial pero muy importante para poder desarrollar esta habilidad. Escuchar cómo te hablas a ti mism@, que te dices en tu diálogo interior y cómo te lo dices. Sentir y estar consciente en estas pequeñas conversaciones puede llevarte a detectar autosabotajes que te causan dolor. Trabajarlos poco a poco, puede ayudarte a aprender a usar esas críticas a tu favor, y así convertir la culpa y el malestar en crecimiento y aprendizaje.

Escucharte te llevará a descubrir que es aquello que tu interior anhela y desea. Qué es lo que realmente te mueve y motiva y así entonces, los objetivos y metas que podrás proponerte irán en coherencia con tu interior y será mucho más fácil y divertido conseguirlos o no, quizá con el tiempo te das cuenta de que conseguirlos no es tan importante como disfrutar del camino hacia estos.

Te dejamos un enlace a una breve pero muy útil meditación para iniciar este camino de la escucha y amabilidad interior.

Cambia tu mirada. Observa des de otra perspectiva.

Analizar una situación des de otra perspectiva puede ayudar a no ser tan dur@s con nostr@s. Una buena manera para conseguir este cambio de prisma, es imaginar que la situación que estás viviendo, le estaría sucediendo a tu herman@, a tu mejor amig@ a alguien que quieres y aprecias; y pensar entonces, qué le dirías, como analizarías e interpretarías la situación. Entonces pensar si es lo mismo que te estás diciendo a ti, si la interpretación y el análisis cambia y si es así, porque no intentas aplicarte y decirte lo mismo que le dirías a otr@. Este ejercicio es muy recomendable para conseguir objetividad en las situaciones y para aceptar que todos somos human@s y por ello, tod@s nos equivocamos pero también tod@s merecemos el perdón y sobre todo, perdonarnos.

No hay culpas. Sí hay responsabilidades.

Cambiar la culpa por la responsabilidad puede liberarte de un gran peso y conducirte a la acción, al cambio que sientes que necesitas o quieres. Aprender de aquello que no sale como esperamos es clave para avanzar y actuar diferente y más adaptativamente en el futuro.

Si el año pasado te propusiste leer 10 libros y a día de hoy solo has empezado uno, no te culpes, entiende el porqué, escucha si realmente eso lo que quieres, lo que tu interior quiere y revisa si el objetivo fue realista al contexto que vives. Así puedes hacerte responsable del hecho y del objetivo y modificarlo y adaptarlo a tus deseos y necesidades actuales.

Paciencia, Esperanza y Constancia.

Vivimos en un mundo que cada vez nos conduce más a la inmediatez y la fugacidad. La autocompasión permite trabajar y tener presente en el día a día la importancia de la calma, la paciencia y la constancia. Igual que entrenamos el cuerpo, también se puede entrenar la mente. Es cuestión de querer, trabajar poco a poco, día a día y confiar en aquello que se hace, sabiendo siempre el para qué y des de dónde se hace. Si nos proponemos objetivos des del amor y el autocuidado, todo fluirá más fácil y notaremos que el sacrificio ya no forma parte de nuestra rutina porque ha estado sustituido por el gozar.

“No siempre podemos obtener lo que queremos. No siempre podemos ser la persona que queremos ser. Cuando negamos o resistimos esta realidad, el sufrimiento surge en forma de estrés, frustración, y auto-crítica. Sin embargo, cuando esta realidad es aceptada con benevolencia, generamos emociones positivas como la compasión y el cuidado, las que nos ayudan a enfrentar nuestra situación” 

Kristin Neff.