Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad
¿Qué es el TDAH?
Es un trastorno del neurodesarrollo, que afecta al individuo a lo largo de toda la vida, aunque la afectación puede variar según las distintas etapas vitales.
Se caracteriza principalmente por síntomas de inatención, hiperactividad e impulsividad.
La sintomatología del trastorno tiene un fuerte impacto en la vida del niño/a, afectando el ámbito familiar, escolar y social. La manifestación de la sintomatología nuclear varia a lo largo del desarrollo, afectando de manera distinta la adaptación del individuo con el entorno según la etapa del desarrollo en la que se encuentre.
Es el trastorno mental más frecuente en edad escolar (6-12 años), y de los más frecuentes en la adolescencia. En torno al 5% de los niños en edad escolar y alrededor del 2,5% de los adultos padecen TDAH.
¿Cuáles son sus síntomas?
INATENCIÓN
- No prestar atención a los detalles (por ejemplo, a los signos en las operaciones matemáticas, a los enunciados de los ejercicios o a la ortografía) lo que provoca que se comentan errores por descuido o por no fijarse bien (como ponerse la camiseta al revés o equivocarse en tareas que realmente sabe hacer).
- Le cuesta mantener la atención, por lo que sobreviene el cansancio o aburrimiento en una actividad o juego al poco tiempo, cambiando frecuentemente de actividad.
- No puede completar actividades, dejando las tareas o los dibujos a medias si alguien no lo supervisa.
- Dificultades para organizarse y planificarse: por ejemplo, comienza la hoja de problemas por el ejercicio 5, o la deja para el último minuto y al final no le da tiempo a terminarla.
- Evitar tareas que requieren esfuerzo mental, como los deberes, puzles o sudokus.
- Perder cosas, como el material escolar, jerséis o juguetes.
- Distraerse con facilidad: mientras el profesor da la lección piensa en el recreo, al oír un ruido corre a ver qué es, con frecuencia padres y profesores dicen que “está en su mundo”, o que “se le va el santo al cielo”.
- Olvidarse de encargos o actividades: por ejemplo, olvida llevar los deberes a clase o traer a casa el libro del examen que tiene al día siguiente, u olvida para qué fue a su habitación.
- Parecer que no escucha cuando se le habla directamente y hay que repetirle las cosas varias veces.
HIPERACTIVIDAD – IMPULSIVIDAD
- Moverse continuamente en su asiento: cambios de postura, movimiento de pierna, “enredar” con las manos, tocarse la cara, hacer ruiditos con el lápiz.
- Levantarse en situaciones en las que debería permanecer sentado: en clase, en la mesa o en la iglesia.
- Correr todo el tiempo, o subirse a alturas de forma inapropiada, por lo que es más propenso a sufrir accidentes y plantea problemas de disciplina.
- Hacer un ruido excesivo: mientras realiza actividades, o juega (pega golpes en la mesa, da gritos, tira los juguetes, etc.).
- Hablar excesivamente: a veces rápido sin que se le entienda, por su dificultad para organizar sus ideas.
- Con frecuencia los padres y profesores advierten que el niño actúa como si estuviera “activado por un motor” o como “si nunca se le acabaran las pilas”.
- Responder y actuar sin pensar: responder incluso antes de que la pregunta haya sido formulada, hacer o decir lo primero que se le viene a la cabeza sin pararse a pensar en las posibles consecuencias.
- Dificultad para esperar su turno: quiere ser el primero en la cola, el primero en utilizar un columpio, que le sirvan la comida “ya”, se muestra impaciente cuando pide algo.
- Interrumpir las conversaciones o los juegos de otros. Por ejemplo interrumpe a sus padres cuando hablan por el móvil y a sus hermanos cuando juegan con amigos, o se mete en una conversación “de mayores”.
¿Cómo evaluamos el TDAH?
Para el diagnóstico, no es imprescindible que se cumplan todas las características ni tampoco tienen que ser de la misma intensidad.
Las psicólogas y neuropsicólogas de Clínica Gouet evaluamos el TDAH en niños (o adultos) a partir de las pruebas diagnósticas recomendadas en las guías clínicas de nuestro Sistema Nacional de Salud; en concreto, el CONNERS es una de las pruebas más prestigiosas a nivel científico y permite realizar un a valoración exhaustiva de los síntomas presentes en el paciente.
Por otro lado, el TDAH conlleva una inadaptación escolar que evaluamos mediante pruebas como el TAMAI y el SENA. A veces los padres o los profesores culpabilizan del problema a los niños porque piensan que los niños con TDAH son vagos o poco inteligentes, cuando en realidad lo que sucede es que tienen un problema de atención (y no pueden llegar a memorizar si no mantienen la atención en algo un cierto tiempo) y no de inteligencia.
Nunca hay que culpabilizar al niño/a del problema, ya que es algo que no es voluntario y tampoco es controlable por el niño, culpabilizarlo implica retraumatizarlo todavía más.
Sí que las dificultades en el colegio pueden causar desmotivación y frustraciones consigo mismo, y a largo plazo, esto puede degenerar en problemas emocionales. Los niños con TDAH necesitan aprender de manera distinta, con más actividad física, con actividades que les motiven realmente.
¿Que és el síndrome del cuidador quemado?
Tener un niño o niña con TDAH es algo que puede generar en los padres el Síndrome del Cuidador quemado, ya que el día a día con estos niños no es fácil para los padres, puede implicar conflictos familiares frecuentes que al final, sumado todo al estrés general de la vida diaria, puede ocasionar en los padres un desgaste emocional. Por eso, el tratamiento psicológico de estos niños requiere trabajar mucho con los padres como co-terapeutas (porque son los que tendrán que aplicar el tratamiento a la vida diaria) y con los profesores para ayudarles a desarrollar pautas más adecuadas en el aula y quizá nuevos planes curriculares si fuese necesario. Por otro lado, a nivel individual también es importante hacer terapia con el niño para trabajar los aspectos que le preocupan del tema.
Escrito por Lic. Bárbara Pérez Gouet