Sobreponte al fracaso

Reprograma tu cerebro, el fracaso no existe

El miedo al fracaso que no te prive de vivir

Nuestra mente a veces nos juega malas pasadas. Y cuando digo a veces, digo muy a menudo. Somos capaces de imaginar millones de ideas y nuestros ojos se iluminan en solo pensar que pueden hacerse realidad, pero llevarlas a cabo puede crear miedo al fracaso.

Aunque, ¿qué sucede para que abandonemos aquello que nos hace brillar los ojos? Tan sólo hay una palabra para contestar a esta pregunta y es miedo al fracaso.

Solo el hecho de imaginar fracasar en el intento, de poner nuestras ideas al servicio de nuestro corazón, la mente (o el cerebro) sale en su defensa para recordarte que todo lo que sueñas y que puede hacerse realidad es sólo un cuento del que no se puede vivir.

¿Nunca habéis escuchado la típica frase de: querer es poder?

No te avergüences por tus fracasos, aprende de ellos y comienza de nuevo. La forma de empezar es dejar de hablar y empezar a actuar. Vivimos rodeados de frases que incitan a la acción; que aseguran que el camino del éxito está compuesto de fracasos, pero seguimos embarrancados en nuestros propósitos.

¿Cuántas veces hemos escuchado: Este año me propongo dejar de fumar, perder peso…? Una parte del mundo quiere dejar el tabaco, perder peso e imponerse una práctica regular de ejercicio físico y no lo consigue. Pero quiere. Y mucho. Cuando queremos conseguir algo, si no estamos muy seguros de que lo lograremos, nos auto saboteamos.

Vamos a pararnos un momento y pensar en esos niños que empiezan andar, ¿cuántas veces se caen hasta que logran ponerse en pie y  luego andar? Los niños no desfallecen en algunos de sus aprendizajes iniciales. Y los adultos no ven sus intentos como desastres.

Pero luego, al ir creciendo, muchos padres inyectan la perspectiva del fracaso en sus hijos con la esperanza de que, ante un obstáculo, el niño no sufrirá tanto. Todos nacemos con unas capacidades brutales, pero no las desarrollamos con totalidad. Por eso es una lástima desaprovechar tanto talento.

En ocasiones el abandono se debe a que el objetivo no está bien definido, no sabemos bien lo que queremos, o bien tenemos poco aguante y poca lucha por lo que deseamos. Luchar cansa y si hay cansancio es mejor no modificar ciertos hábitos porque eso provoca un esfuerzo.

¿Estamos dispuestos a pagar ese esfuerzo? Si la respuesta es afirmativa, estoy convencida que todo lo que una persona se proponga, podrá conseguirlo; tan sólo hace falta dedicación y sacrificio. Si vemos el mundo el blanco y negro, sin grises, es fácil que el menor percance nos desvíe del camino hacia la tarea a realizar. Por ello los obstáculos no tienen que frenarte sino impulsarte con más fuerza.

Hay que aceptar la posibilidad de error, ser flexibles y ver que tal vez debemos replantear el camino en el que estamos. Y para ello hay que analizar qué nos decimos ante una situación que no esperábamos y sobretodo, cómo resolvemos esa situación.

Si nos conformamos con cosas y situaciones que no nos aportan felicidad tan sólo porque es lo que toca o porque simplemente es lo que la sociedad impone. Y aquí sí que quiero apuntar muchas cosas y falsos mitos que se suelen escuchar. Voy a poner un ejemplo que aclare lo que estoy diciendo: En multitud de ocasiones hemos visto que a una cierta edad tienes que casarte, tener hijos y formar tu propia familia porque es lo que toca ¿cierto? ¿Cuántas veces he observado personas que tienen absolutamente de todo, marido, hijos, dinero y aún así no son felices y quieren más? ¿Por no hablar de otras personas que su felicidad depende de alguien o algo alicientes a ellas? o ¿Aquellas que tienen un trabajo que lo detestan y aún así, siguen en él, quejándose pero sin hacer pocos movimientos, por miedo a perder su falsa estabilidad?

Está fallando algo y ese algo hay que detectarlo y reprogramarlo en nuestro cerebro. ¿Dónde queda nuestra realización como personas? Somos personas únicas, especiales y con grandes potenciales. Si luchas por lo que quieres y vas consiguiendo todo lo que te propones todos tus frutos los irás recogiendo tarde o temprano pero todo requiere esfuerzo, predisposición y cambiar hábitos.

 

Artículo escrito por Laura Valenciano